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lunes, 16 de marzo de 2009

El Jardinero Fiel por Clarissa Pinkola Estés

Estoy leyendo este libro (nada relacionado con la película del mismo nombre) que pretendía ser una novela para distraerme en el metro, pero resultó ser algo más parecido a un libro de parábolas. Voy a transcribir algunas cosas que me gustaron...

... Mientras paseábamos, mi tío decía en tono pensativo:
- A veces la gente pregunta: <<¿Dónde está el jardín del Edén?>> ¡Vaya! El Edén está en este mundo, dondequiera que nos hallemos nosotros. Toda esta tierra al completo, bajo las vías del tren y las carreteras, bajo su gastada superficie, bajo los cascotes, bajo todas estas cosas está el jardín de Dios... tan lozano como el día en que fue creado.
>> Es cierto que en muchos lugares el Edén ha quedado sepultado y ha sido olvidado, pero se le puede devolver la integridad. Dondequiera que haya un suelo gastado, agostado o en desuso, debajo sigue existiendo el Edén.
>> Sin embargo, nosotros no podemos devolverle la vida a la tierra a fuerza de cavar y tampoco sacaremos a paletadas el Edén que hay debajo. No, no. Por muy grande que sea el jardín -de un codo por un codo o bien campos tan inmensos que no puedan abarcarse con la mirada-, si quieres plantar algo en él tienes que hacerlo dando suaves palmadas sobre la tierra, tomando puñaditos. Procura ser amable y moderado. No recojas enormes paletadas para terminar más rápido la tarea. Cuando echas la leche en la harina, no la viertes toda de golpe, ¿verdad? No, lo haces poquito a poco, remueves, echas un poco más, sigues removiendo... Así es como debes tratar a la tierra, con consideración, con serenidad.
Así fue como comprendí que esta tierra, de la que dependía nuestro alimento, nuestra existencia, nuestro descanso y nuestra posibilidad de descubrir la belleza, tenía que ser tratada de la misma manera en que deseamos tratar a los demás y a nosotros mismos. Cualquier cosa que le ocurra a ese campo también nos ocurre en cierto modo a nosotros mismos.

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